LOS CIELOS DEL PEQUEÑO HECHICERO -diciembre 2011

En una matriz de sueño, el pequeño hechicero,  jugaba materializando cielos. Cielos de papel artesanal, cielos de algodón de azúcar, cielos de cuentos de hadas con duendes y dragones voladores, cielos de tormenta al revés, donde la tormenta era el cielo y el cielo la tormenta, cielo en las nubes y nubes en el cielo.

Un hada niña, un poco cruel como todos los niños que aún no aprendieron a compadecer, rompió la matriz del sueño y dejó al pobre hechicero sin su juguete de cielos….El hechicero lloró…lloró mucho rato hasta que sus lágrimas fueron un río y,  al ver el río a sus pies,  descubrió reflejado el cielo en el río,  y se vio él llorando,  y le dio mucha risa ver ese llorón que no sabía quien era.

Ilustración Jorge Farall - Cielorragia XI

Y navegó en una rama por el cielo de agua. Este cielo le pareció cercano, intrigante,  cambiante. Era un cielo desarmado y descuidado, un cielo derramado en un cauce interminable.

Y sucedió que un duende que estaba de buen humor lo quiso molestar, y le tiró flores desde un árbol cercano. Al principio el pequeño miró las flores en el río y se quedó maravillado por el agua de colores  pero,  luego, sintió cosquillas por las flores en su espalda  y  levantó la vista. Al levantar la vista vio  al duende, y al árbol donde estaba el duende jugando,  y al cielo.

Y miró al cielo original,  un cielo abierto donde las nubes eran pasajeras y las estrellas marcaban caminos en la noche. Y su curiosidad lo hizo subir al árbol para ver más cielo.

Al rato intentó volar para ver hasta donde llegaba. Y recordó que era hechicero y que Merlín lo había guardado por un tiempo en la matriz de un sueño pero que podía hechizar cualquier cosa…

Entonces hechizó una libélula y se abrazó a ella para descubrir los límites del cielo…..

María Inés Senabre

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