La hermosa obra de Gabriela Izcovich tiene la complejidad y la sencillez de lo humano.
La puesta acompaña ese enfoque:
Una caja blanca con apenas un banco y una cámara, pero con la excelente iluminación de Ricardo Sica, que si se va a apostar a la sencillez es una gran opción. Entonces, en la mayor parte del tiempo , encontramos pequeñas modificaciones en la temperatura de las luces, y un aprovechamiento de la proyección de las sombras de los personajes que es todo ganancia, mutaciones naturales que acentúan delicadamente
Trata de la historia de dos amigos que se fueron de su pueblo y quieren rememorarlo con un documental.
Se encuentran, ellos y sus parejas, con un pueblo fantasma, donde nada es como lo recordaban.
La obra está formada por presentes y pasados que lucen vívidos por la mirada de los actores cuando lo relatan y describen.
Esta puesta es también un viaje en el tiempo a un teatro off de peso y nada pretencioso, que se sostiene por un buen texto, dirección y actuaciones. Esa fue la decisión de Gabriela Izcovich, que además de dramaturga y actriz es la directora.
El resto del elenco Marcelo Bucossi, Roberto Castro y Mercedes Fraile, completan la historia y la geografía.
Se vive con mucha emoción de parte del público.
Una obra con toda la madurez de lo vivido pero con la frescura y la libertad que permite dar vida a los sueños.
María Inés Senabre
Siempre hay que irse alguna vez de alguna parte
Dramaturgia y dirección: Gabriela Izcovich
Ficha técnica y artítica:
Con: Marcelo Bucossi, Roberto Castro, Mercedes Fraile, Gabriela Izcovich
Dramaturgia y dirección: Gabriela Izcovich
Luces: Ricardo Sica
Música original: Lucas Fridman
Asistencia de dirección y producción ejecutiva: Marco Riccobene
Duración: 60 minutos