La historia nos muestra un grupo de prisioneros, ensayando la obra Ricardo III de Shakespeare en un campo de concentración. Lo hacen para evitar ser matados, lo hacen con lo que tienen, lo hacen armando vestidos con cualquier cosa que encuentran, lo hacen con sus pequeñas envidias, lo hacen con su coraje, lo hacen algunas veces a costa de sus vidas…
Dolor sobre dolor, violencia sobre violencia. Uno podría entender lo violento que significa obligar a los prisioneros a realizar una obra alegre, una comedia puesta en un campo de concentración. Es tremenda esa fuerza de la belleza y lo armónico en un lugar tan roto de toda felicidad. En este caso nos encontramos con una profunda búsqueda en un terreno que podría parecer más acorde, el planteo de una obra como Ricardo III insertada en la represión y la violencia.
Los personajes que soportan los personajes, tienen los mismos alicientes vitales que subyacen en cualquier expresión artística, evitar la muerte marcando la vida en cada gesto. Esto es aumentado por la extraña directiva que se trasluce, algo así como «baila por tu vida» pero con un argumento que relata una historia luctuosa.
Excelente puesta, los planos en los que se superponen las cosas cotidianas, los trabajos para prepararse y el ensayo. Dos actores músicos en escena, clarinete y acordeón dan un tinte entrecruzado de música casi gitana. Me llamó mucho la atención el trabajo sonoro en el cual se incluyen cantos de graves y armónicos (vocales) que quedan perfectos generando un elemento que es más sólido que cualquier cosa grabada porque respira con el transcurrir del entramado.
Un trabajo fuerte y de muchos personajes, que se transforman, se disuelven y vuelven a surgir orquestados por una excelente dirección del mismo Jorge Eines. Las actuaciones son un lujo ya que es un grupo de actores con un estilo y una riqueza expresiva que no tienen desperdicio.
Estas cosas en las cuales la sabiduría es invocada por la locura.
María Inés Senabre
Información de prensa: RICARDO III
Dramaturgia y dirección de Jorge Eines